En la oscuridad del delito se envuelve un odio lejano, un odio ajeno y propio, por el abandono, cuando dejaste de reír se mancho mi existencia, se enredaron mis penas, penas ajenas.
Alejado de tu luz decidí mi sombra, el mejor refugio para esconder mi soberbia, que absorbe los recuerdos pasajeros de tus destellos, hacia donde me dirijo no cabe tu mentira, no entra tu tradición.
La naturaleza exhibe su esplendor sin ayuda alguna, nos regala sus recursos sin espera, saciamos nuestras necesidades en ella y aunque se entristece con nuestro indiferente descuido, no deja de recibirnos.
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